La firma de los aros incrementa el poderío de su único modelo de combustión de tracción trasera hasta los 570 CV y le dota de elementos de la versión de carreras, el R8 LMS GT4.
Los coches de combustión tienen fecha de caducidad, pero hasta entonces, mientras algunas marcas recortan sus gamas de deportivos, otras los hacen mejor que nunca. Y quizá el R8 RWD es uno de esos superdeportivos que quiere despedirse desde lo más alto. “Este no es el último R8 de combustión que lanzaremos al mercado”, han comentado los responsables de Audi, “pero la próxima generación, si existe, será eléctrica”.
Para ello, para apasionar más que nunca, sigue siendo el único vehículo de combustión interna de Audi de tracción trasera, y ha incrementado la potencia de su motor hasta los 570 CV. Uno de los motores más apasionantes del momento, ya que además de diez cilindros en V, una arquitectura ya casi desaparecida, carece de sobrealimentación: es atmosférico. Un rara avis muy parejo a los motores de Lamborghini, que enamora a los tuercas de la conducción y las sensaciones fuertes.
Además, la nueva versión incluye retoques en el chasis, como una nueva barra estabilzadora delantera proveniente del R8 de competición, el LMS GT4. “No hemos dejado de evolucionar el R8 desde su lanzamiento ayudados por la experiencia en competición”, ha comentado Frank Stippler, piloto oficial de Audi y uno de los responsables de su puesta a punto, “y ahora su chasis está mejor que nunca”.
Evolución
Estéticamente apenas se han producido cambios, de forma que la nueva versión mantiene la imagen que ya conocemos. El R8 no esconde su aire de superdeportivo, ha nacido como tal y no deriva de ningún modelo de elevada producción en serie. Por ello monta el motor central, entre el conductor y el eje trasero, y sus proporciones no tienen nada que ver con las de un coche convencional, con una gran anchura y muy baja altura.
En el interior se conjuga una posición de conducción muy baja y deportiva con una estética racing que sabe, además, ser elegante. Todo ello gracias a materiales de calidad como el cuero asociados cuidada fibra de carbono. El salpicadero se orienta al conductor, que goza de una posición de conducción muy estirada y deportiva.
En cuanto al motor, se mantiene el V10 de 5.2 litros, ahora con 30 CV más para alcanzar los 570 y 550 Nm, 10 más que antes. Sigue asociado a la caja de cambios S tronic de doble embrague y 7 velocidades. Así armado resuelve el paso de cero a cien en 3,7 segundos, y su velocidad máxima, que no ha sido autolimitada, alcanza los 329 km/h.
Dinámicamente, es novedad una nueva barra estabilizadora en el eje delantero hecha en plástico reforzado con fibra de carbono, que proviene directamente del R8 LMS GT4 de competición, con la diferencia de que en el de carreras es regulable. Unida a una caída de 1,5 grados, hacen al eje delantero el más ágil de la gama R8.
En marcha
Ya en línea recta las sensaciones son trepidantes: el motor ruge y el cuerpo se pega al asiento al acelerar desde parado, y en 3,7 segundos ya rodamos a 100 km/h. Cuando crees que el grito del motor es tan atroz que es necesaria una marcha más, te sorprendes al mirar el cuentarevoluciones para darte cuenta de que faltan todavía muchas vueltas hasta las 8.300 en las que se produce el corte. Y a partir de entonces, no querrás que la aguja baje de ahí. Los bajos no están mal gracias a la gran cilindrada del motor, 5.2 litros, pero es la zona alta donde encontramos el paraíso.
Cambiamos con las levas tras el volante empleando los dos embragues de la caja, y las curvas parecen acercarse vertiginosamente por la espeluznante aceleración del coche.
En ese momento empleamos los frenos, que pueden ser cerámicos en opción, interesantes si piensas meter tu coche en circuito: no frenan mejor, pero sí aguantan mayores temperaturas y uso extremo.
En los giros
Gracias a la nueva barra estabililzadora delantera, a la caída negativa de 1,5 grados de las ruedas, a la ausencia de elementos de tracción en el eje delantero y a su menor peso frente al resto de hermanos de gama, el Audi R8 RWD tiene un morro más obediente que el de las versiones de tracción total, es más preciso en la entrada de los giros.
En el vértice es muy neutro gracias al excelente reparto de pesos que garantiza la posición tan centrada del motor, más de subvirar o sobrevirar tiende a derrapar de las cuatro ruedas, y si bien su capacidad de tracción no es la de un 4x4 a la salida de las curvas, el autoblocante trasero colabora a que en en ese momento se pueda acelerar con decisión. Siempre con las consciencia de que el eje trasero debe manejarse con tiento, pero sin reacciones nerviosas.
Así que el R8 RWD es el más preciso, apasionante y divertido de los R8, gracias a la agilidad de su eje delantero y el apasionamiento del trasero, aunque contra el crono, finalmente, suelan ser las versiones de tracción total las más rápidas, sobre todo cuando las condiciones del firme empeoran.
Arriba, cambiando impresiones con Frank Stippler, piloto oficial de Audi (izquierda), y los responsables de Audi Sport.
Entre otros elementos de seguridad y confort, el Audi R8 RWD cuenta con climatizador, luces y limpiaparabrisas automáticos, acceso y arranque sin llave, audio Bang & Olufsen o navegador con servicios de internet Audi connect.
El precio de partida de este superdeportivo es de 179.000 euros, que suben a 193.000 si prefieres la versión Spyder, en la que también está disponible.