Tras el paréntesis de agosto en el que no tuve ningún rallye ni test -tampoco pasaba nada con el año que llevamos y lo que nos queda-, empezó septiembre el mismo día 1 con viaje a Grecia. Muy distinto a cuando corres en los equipos oficiales de Prioridad 1, normalmente en equipos de estructuras de Prioridad 2 y 3 los tests previos al rallye se desarrollan en la zona de la carrera con anterioridad a que comiencen los reconocimientos. En este caso fuimos a la zona del Peloponeso, no muy lejos del Canal de Corinto, pero en cualquier caso en la zona por la que había sido mi última participación allí, cuando precisamente con Dani conseguí mi primer pódium en tierra en una carrera del WRC. Ahora el rallye iba a tener otra configuración bien distinta, con salida de Atenas y una primera etapa que, tras coquetear con los tramos de la zona de Aghii Theodori, se encaminaba claramente al Norte tras pasar por los tramos de Thiva y Elatia, dos superclásicos de la prueba helena.
De Grecia, del Rallye Acrópolis, hay que decir lo primero que cogieron el toro por los cuernos hace varios meses y aceptaron realizar una prueba del WRC tras ocho años de paréntesis. La organización fue perfecta, con el único pero de que se desbordaron claramente las previsiones que cualquiera habíamos hecho sobre la cantidad de público, máxime con lo difícil que son los accesos a los tramos de las montañas al sur de Lamia y al norte de Itea, alguno de ellos a casi 2.000 metros de altitud y en cualquier caso siempre holgadamente por encima de los 1.000. Pues bien, el público acudió en masa, no solo al tramo urbano de Atenas, también a los que durante el fin de semana suponían una caminata de muchos kilómetros montaña arriba; sinceramente, en las otras cinco veces que estuve en Grecia nunca había visto tantos espectadores. Espero que el Rallye Acrópolis esté muchos años en el campeonato, y que tenga la oportunidad de corregir el control del público y su situación en los tramos, punto en el que claramente naufragaron este año.
Otra característica especial de la edición de 2021 era que de su habitual fecha de primeros de junio pasaba a casi mediados de septiembre; mi previsión era que haría más calor que en junio, máxime con lo que en los telediarios de agosto habíamos visto todos en relación al calor extremo y los incendios. Pero nada de eso. Grecia, ya en los tests previos en el Peloponeso, nos recibió con tiempo más bien fresco y bastante lluvia, situación que se acentuó durante los reconocimientos, y que se solventó milagrosamente antes del comienzo de la carrera, con unas previsiones de mejora que se adelantaron 24 horas y permitieron desarrollar la competición con buen tiempo. Eso sí, por la cantidad de agua caída, todos los sectores de tramos de bosque que se desarrollaban en zonas altas tenían tanto barro como el que se solía encontrar en Gales en noviembre, y no estoy exagerando. La zona de Lamia es absolutamente maravillosa en cuanto a paisajes y gastronomía, y ha cambiado radicalmente desde mi primera visita en 1999.
Sobre nuestra carrera, decir que estuvimos rodando en unos tiempos muy buenos, siempre holgadamente en quinta posición, y que una salida de pista el sábado nos relegó a terminar este fantástico rallye en la novena plaza de P3, junto al consuelo de los 2 puntos por el cuarto puesto en el Power Stage. Ahora, tras una semana en casa, una carrera en Paraguay, el Catalunya (en el 30º aniversario de mi primer rallye del WRC allí) y luego otra vez a Paraguay a por la última cita del campeonato. Con razón me dice Google que en 2021 llevo 2,5 vueltas a la Tierra entre enero y agosto.
Nº 1764 (Octubre, 2021)