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En los últimos años era un habitual participante en la red social Twitter (ahora X) compartiendo con todos sus seguidores su vasta experiencia tras los fogones y en las carreras.

La víspera de la festividad de los Reyes Magos recibimos una pésima noticia: el repentino fallecimiento de Javier Oyarbide. Cocinero de prestigio, Javier fue conocido además por su faceta de copiloto y piloto de rallyes junto a su hermano Iñaki, fallecido en 2015.

Conocí a los Oyarbide hace unos quince años, cuando en España se estaba cocinando el Campeonato de España de Rallyes de Históricos. El Shalymar o mi queridísimo Rallye de Santander eran pruebas que acogían en sus listados de inscritos a pilotos que competían con vehículos históricos. Pruebas tipo Legend como el Rutas Cántabras, el germen de lo que luego ha sido el Rallye Festival de Hoznayo, empezaban a rodar.

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Y allí, en el Shalymar conocí a Javier y a Iñaki, dos prestigiosos cocineros que regresaban a la competición tras años en el dique seco por evidentes razones laborales. Iñaki y Javier Oyarbide, hijos del fundador del restaurante Zalacaín eran por entonces los propietarios del Príncipe de Viana, dos templos culinarios de Madrid y que lucían en sus fachadas varias estrellas Michelin. Ambos recurrieron a sendos Vokswagen Golf GTI para competir en estas pruebas de históricos junto a sus respectivas parejas, Ángela y Elena. De ese modo volvían a enfundarse mono y casco reverdeciendo su época dorada en los rallyes, los años ochenta, en la que corrieron juntos, Iñaki de piloto y Javier de copiloto, con vehículos tan espectaculares como un Ford Escort MK2 o un Seat 124.

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Lo cierto es que su regreso a la competición fue más efímero de lo esperado por ellos. Lamentablemente Iñaki falleció en 2015 tras una larga enfermedad. En cuanto a Javier, tras esa experiencia en los rallyes de históricos siguió con lo suyo: la cocina. En los últimos años era un habitual participante en la red social Twitter (ahora X) compartiendo con todos sus seguidores su vasta experiencia tras los fogones y en las carreras. Como se puede comprobar en su perfil de esta red social, además de amenizarnos a todos con sus comentarios, seguía compartiendo mesa y mantel con destacadas personalidades del automovilismo nacional, que sabían apreciar su incalculable sabiduría culinaria y que disfrutaban de la amistad de un personaje tan enriquecedor como él. Descansa en Paz, Javier.

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Desafortunadamente estos días navideños han sido muy negros en cuanto al conocimiento de varias noticas relativas a fallecimientos de personas relacionadas con el automovilismo. A través de Facebook supimos, por el cordobés JJ Medina el fallecimiento de Paco López, piloto y copiloto “una institución en el automovilismo cordobés y andaluz” según escribía el propio Juan de Dios. Días antes de Navidad supimos por la misma vía, la red social Facebook, la muerte repentina de Juan Ridruejo, piloto habitual del CET en los años noventa. Descansad en Paz, Paco y Juan y Javier.

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