Hace treinta años, una orgullosa nueva propietaria condujo su recién estrenado Škoda Favorit a casa desde un concesionario de Atenas. Era la primera vez en mucho tiempo que la conductora se ponía al volante de un coche. Recorrió los 34 kilómetros sin problemas. Pero después
Durante las tres décadas siguientes, el cuentakilómetros del Favorit de color blanco marcó 34 kilómetros. Así es como un garaje subterráneo de un barrio de Atenas llegó a albergar el que quizá sea el Škoda Favorit mejor conservado del mundo. Hoy el coche está de vuelta en el país donde se fabricó. En Chequia. Y pertenece a alguien que tiene mucho en común con la marca Škoda.
«Alguien en Grecia descubrió el coche en otoño de 2022 y lo sacó a subasta. Cuando lo vi, pensé que tenía que hacer mío este pedazo de historia», cuenta el piloto de carreras Jiří Mičánek Junior que sólo tenía siete años cuando este Favorit emprendió su único viaje. Pero ya llevaba sangre automovilística en las venas. Su padre, Jiří Mičánek Senior, había pilotado monoplazas en prestigiosas competiciones de Fórmula en la entonces Checoslovaquia y Europa del Este, la mayoría de ellos con motores Škoda. Con ellos logró diez títulos de campeón de Checoslovaquia, tanto en carreras de circuito como en pruebas de subida a montaña.
«Yo también empecé con coches de Fórmula con motor Škoda. Mis padres tenían un Favorit para diario y papá los utilizaba en su escuela de carreras a principios de los 90», cuenta Jiří, explicando por qué decidió pujar por el Favorit «griego».
Una inversión muy cuidada
Superó la oferta todos sus rivales. En la última fase sólo quedaban él y otro piloto checo, Boris Vaculík, que ha competido en el Rally Dakar, entre otras pruebas. «Cuando supimos que sólo quedábamos nosotros dos, nos llamamos y nos dijimos cuáles eran nuestros límites de puja. El mío era más alto, así que acordamos que no seguiríamos subiendo el precio», cuenta Jiří entre risas. Aun así, el coche le costó 24.000 euros, unas 600.000 coronas checas. Eso es unas seis veces más de lo que costaba en 1993, cuando se fabricó. Pero si tenemos en cuenta la inflación, el precio es casi el equivalente exacto de su valor actual.
Dos meses después, el Škoda Favorit llegó en un contenedor a Frankfurt, donde lo recogió su nuevo propietario. Con una cincha de remolque, por supuesto, porque una joya como esta no debería deteriorarse en viajes largos. Además, su nuevo propietario no tiene previsto conducirlo mucho, sino mantenerlo en su estado inmaculado el mayor tiempo posible.
Después de pasar treinta años en un garaje subterráneo, el coche parece salido de la cadena de producción. Incluso tiene las fundas de plástico protectoras en los asientos; el compartimento del motor tiene las etiquetas de papel completamente intactas; y la pintura blanca como la nieve de los pasos de rueda demuestra que el Favorit recorrió los 34 kilómetros que separan la sala de exposición del garaje por una carretera seca.
Aun así, hay algunos pequeños desperfectos. Tres décadas en un garaje del sur de Europa dejaron arañazos en la pintura de otros coches que maniobraban junto a él. Son especialmente visibles en los bordes de las puertas, esculpidos con maestría por los diseñadores de Bertone en la década de 1980.
Los accesorios solicitados por el propietario que no conducía el coche
El coche pertenece a la generación posterior al facelift de 1993. Resulta evidente a primera vista por la parrilla con el logotipo en el centro: el modelo original llevaba el logotipo del fabricante checo en el lateral, en consonancia con el diseño original. El interior tiene una moderna decoración gris, ya que la versión original con el salpicadero beige reflejaba las tendencias de finales de los 80, cuando el Favorit se lanzó por primera vez en Checoslovaquia y Europa.
El concesionario griego -probablemente a petición del propietario- equipó el coche con algunos accesorios de diseño: la decoración del salpicadero de imitación madera, por ejemplo, o las pegatinas de colores, entonces de moda, que copiaban las líneas de los laterales del coche. Por lo demás, es la versión básica, designada en la época con las siglas LX. Sus propietarios tenían que prescindir, por ejemplo, del cuentarrevoluciones, cuyo lugar era ocupado por un enorme reloj en el salpicadero.
Bajo el capó lleva el motor que superó la prueba del tiempo y que fue desarrollado directamente en Mladá Boleslav. Tiene una cilindrada de 1.3 litros y una potencia de 40 kW. Está controlado por la electrónica Bosch, que sustituyó al carburador original. Lo único que el nuevo propietario ha hecho al motor ha sido, por supuesto, cambiar el aceite y los filtros. Y la batería, ni que decir tiene. Gracias a ello, el nuevo Favorit arranca inmediatamente al girar la llave, y del compartimento del motor sólo sale un leve murmullo. Ni siquiera treinta años han hecho nada por disminuir la emocionante sensación de oír un motor recién estrenado.
Un pedacito de historia
La única decepción es que no podamos conducir el coche al menos unos kilómetros y transportarnos a los días en los que el Favorit era uno de los mejores coches compactos de finales de los 80 y principios de los 90. Pero la velocidad máxima – 137 kilómetros por hora – seguiría estando fuera de nuestro alcance, ya que incluso después de 30 años este Škoda Favorit seguiría necesitando realizar el rodaje. Tras llegar a su país de origen, su propietario lo condujo durante tres kilómetros, por lo que hoy el cuentakilómetros marca 37 kilómetros.
Entonces, ¿qué piensa hacer su nuevo propietario con este coche tan bien conservado? Jiří Mičánek lo tiene claro: lo mantendrá en su estado original, lo que significa que no lo conducirá. Será un recuerdo histórico de su familia de pilotos y de su conexión con la marca Škoda en el futuro, uno de un par. «Cuando mi padre se deshacía de los Favorit de su escuela de carreras, le compré uno por nostalgia. Está completamente deteriorado, por supuesto, pero quiero restaurarlo y luego exponer los dos coches juntos: el de carreras y el runabout», dice Jiří Mičánek Junior.