AutoHebdoSport
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Junio, 2022

Gracias a mi padre, al que le gustan los coches más que nada, mi hermano y yo entramos de lleno en el mundo del motor. Él no tuvo los medios necesarios para empezar, pero cuando vio que nuestra afición era correspondida con la suya comenzamos con el Karting. Es una época que recuerdo con mucho cariño, porque íbamos toda la familia cada fin de semana a rodar en la pista donde estaba Genís Marcó. Fueron unos inicios muy familiares, y a partir de ahí mi carrera deportiva se ha basado en circunstancias.

Sin quererlo, estuvimos casi tres años rodando fuera de la competición, hasta que un día el dueño de la pista dijo: “¿Por qué no llevas al chaval a competir?”. Y de la nada me vi compitiendo en un Campeonato de Cataluña de Karting donde me llevé un podio en la primera carrera. El siguiente paso fue una casualidad también, pasó algo parecido, pero esta vez con Emilio de Villota, quien le dijo a mi padre que me dejase un coche, lo probé y en dos días me vi compitiendo en el Campeonato de España de Fórmula Fiat. Fueron una serie de situaciones las que me llevaron a adentrarme en el automovilismo, es un tren que hay que coger, y yo me subí en un buen momento. Ese fue mi salto a la competición, y hasta el día de hoy, casi 35 años como profesional del automovilismo, que se dice rápido.

Podría dividir mi carrera deportiva en dos fases, la primera sería el Karting y los Monoplazas. Fue en esos años cuando conseguí el patrocinio de Marlboro y hasta llegué a ser piloto de pruebas de Benetton. Fue una época muy chula, sin olvidar mi segundo puesto en la Copa del Mundo de F3 y mi triunfo en la Fórmula 3000. Llegué incluso a coincidir con pilotos de mucho renombre, como David Coulthard o Rubens Barrichello, aunque yo no tuve su misma suerte. Me quedé a las puertas de la F1 y, si mi memoria no me falla, en 1994 decidí dejar de correr y ponerme a trabajar.

En ese momento, el no haber llegado a la categoría reina me parecía el fin de mi carrera en el automovilismo, pero aprendí que no todo es Fórmula 1, el automovilismo es mucho más amplio y hay muchas maneras de disfrutarlo y de vivir de él. El problema de la F1 es que la parte económica tiene un peso muy importante a la hora de tener un asiento o no, pero aun así hay pilotos con mucho talento que llegan independientemente de los patrocinadores, como es el caso de Lewis Hamilton. Al final, si una persona tiene ese don, llegará de una manera u otra; de lo contrario es muy difícil.

Casualidades de la vida, tras este parón llegó otro tren, el de los Turismos. Esta etapa comenzó cuando Opel contactó conmigo para correr en el Campeonato de España de Turismos. Fue un período con muy buenos resultados, con Audi gané el Campeonato de España, con Seat el Mundial y con Volkswagen las 24 Horas de Le Mans en la categoría LMP2. Los Camiones también se hicieron un hueco en mi trayectoria en un año en el que no tenía programa con los Turismos. Durante dos años estuve compitiendo en el Europeo, pero no me fue igual de bien que con los Turismos, pues no conseguí adaptarme del todo y mis resultados no fueron los mejores.

Si tuviese que elegir una competición con la que quedarme me sería imposible. De toda mi carrera deportiva me quedaría con dos competiciones: Monoplazas, porque las sensaciones que te dan son increíbles, la velocidad y la carga aerodinámica hacen que sientas cosas difíciles de imaginar si no lo has probado. Pero la categoría en la que he disfrutado del automovilismo de verdad es la de Turismos. He tenido la oportunidad de trabajar junto a los mejores ingenieros mano a mano, y por fortuna esto se ha podido traducir en muy buenos resultados.

Ahora estoy en una nueva etapa de mi vida, los Turismos Eléctricos. Son todo un desafío, pero gracias a Cupra pudimos hacer un coche que funcionase muy bien, tan bien que cuando se decidió crear un Campeonato de Turismos Eléctricos el organizador se basó en la forma que habíamos creado nosotros. El siguiente paso fue competir, y como me vi involucrado en todo el proceso de creación, se decidió que fuese yo quien se pusiese detrás del volante. El hecho de competir con un coche de estas características es un lujo para mí. Tras dos años compitiendo, el pasado logramos el campeonato con Cupra y yo terminé en cuarta posición. Este año tenemos todo un reto por delante, el nivel de la competición ha subido mucho, pero seguiremos al pie del cañón defendiendo el título. Apenas acaba de comenzar la temporada y Cupra ya ha hecho un trabajo magnífico en Francia.

En esta nueva aventura con los eléctricos he tenido que preocuparme de varias cosas que antes no me pasaban por la mente, como los cursos de seguridad que hay que hacer antes de subirse en un vehículo eléctrico, aprendiendo a reaccionar en caso de accidente. Estos Turismos te acostumbran a tener mucha potencia, pero entran en juego factores como el peso y el modo de conducción, además de la gestión de la energía, cosas que no tienen la misma importancia a la hora de conducir un coche de combustión.

Esto es lo bonito del automovilismo, nunca dejas de aprender. En mi caso, no solo me gusta correr, también me gusta involucrarme con los ingenieros, algo que disfruto día a día. En general, me siento muy afortunado por poder ser un trabajador del automóvil de competición y poder hacer de mi pasión mi profesión. El día que deje de disfrutar al volante será el momento de buscar otra forma de seguir involucrado en el automovilismo.

 

Nº 1772 (Junio, 2022) 

Jordi Gené

Piloto español de automovilismo que ha competido en multitud de categorías de circuitos desde los años noventa. Su hermano menor Marc, también es piloto y llegó a competir en varios grandes premios de Fórmula 1.

*Las opiniones expresadas en esta columna son personales y no reflejan necesariamente la línea editorial de la revista.