Recientemente hemos conocido el llamado “Informe Hamilton” que pretende fomentar la inclusión de colectivos desfavorecidos en el automovilismo. El informe concretamente se llama: “Acelerando el cambio: mejorando la representación de las personas negras en el automovilismo del Reino Unido”. Nada que objetar al respecto. Me parece una excelente iniciativa, en el mismo sentido que aplaudiría que un indígena o un gitano célebre apoyaran programas de apoyo a gente indudablemente desfavorecida por una cuestión racial.
Donde empiezo a no tener las cosas tan claras es en el hecho de que la Fórmula 1 en particular, y el deporte del motor en general, tengan que desarrollar medidas a través de sus organismos rectores para solucionar los problemas que señala dicho informe. En primer lugar, porque, como el propio título del informe indica, habla de un problema o un contexto local, por lo que parece que los indicados para trabajar en la materia son las autoridades deportivas y gubernamentales británicas, no entes a nivel global.
Claro -dirán algunos-, es que la mayoría de los equipos de competición, así como la propia Fórmula 1, tienen su sede en el Reino Unido, y por tanto es lógico que problemas locales como los descritos en ese caso los apadrinen entidades globales como la FIA o el promotor Liberty Media. Menuda forma -pienso yo- de perseguir fines nobles como la igualdad, siendo desigual desde el minuto cero centrando el problema en un país y una raza concretos. Sí, es cierto que chicos o chicas negros lo tienen más difícil para prosperar en este mundo, ya sea como pilotos, mecánicos o ingenieros, pero por qué no gitanos españoles o rumanos, por qué no aborígenes australianos o indígenas bolivianos. Si queremos evitar la discriminación, hagámoslo desde el principio para todos los países y todas las razas, porque insisto en que si el señor Lewis Hamilton se ciñe a un problema local, que se dirija a sus autoridades locales y no caiga en esa tradición tan británica de pensar que su visión de las cosas es la que debe tener todo el planeta.
Gran Bretaña tiene un diferencial cultural y de tradición que inevitablemente implica que va a haber más talento local disponible en las Islas Británicas que en casi cualquier otra parte del mundo, pero ¿alguien duda que si, por ejemplo, alguien como “Kuru” Villacieros hubiera nacido en Birmingham en lugar de hacerlo en Madrid hoy podría ser una leyenda del automovilismo global? Por ahí hay que empezar a entender lo que significa “discriminación”.
Sin embargo, la gran paradoja, más allá de cuestiones raciales, el asunto de la verdadera discriminación del deporte del motor está en lo inaccesible de los presupuestos para llegar a la Fórmula 1. Este siempre ha sido un mal endémico de nuestro deporte que, lejos de corregirse, de un tiempo a esta parte no ha hecho sino agudizarse, con unos presupuestos solo al alcance de padres multimillonarios.
Esa barrera de entrada económica es el verdadero muro fundamental de la desigualdad contra el que tienen que luchar las autoridades. Si queremos igualdad de oportunidades, hay que fomentar que en regiones desfavorecidas del mundo como India, Latinoamérica o África se pongan los medios para que jovencitos de todas las razas puedan tener su oportunidad, y esto pasa por competiciones asequibles y posterior apoyo para que los que destaquen puedan prosperar.
Nº 1762 (Agosto, 2021)