Este miércoles 1 de mayo se conmemora el trigésimo aniversario de la muerte de Ayrton Senna. El piloto brasileño de Fórmula 1 falleció tras un accidente en el Gran Premio de San Marino de 1994, disputado en el Circuito Enzo y Dino Ferrari, Ímola.
La pérdida del paulista, en la jornada más oscura y triste para la categoría reina del automovilismo cambió para siempre la historia del deporte. Porque al margen de sus tres títulos mundiales (1988, 1990 y 1991), 41 victorias, 65 pole positions,19 récords de vuelta y 80 podios, su figura, trascendencia y herencia resultan irremplazables. Al margen de este legado, su deceso propició un cambio radical en las medidas de seguridad de la especialidad, libre de fallecimientos durante dos décadas, hasta el adiós de Jules Bianchi en 2015.
Bendecido por los dioses de la velocidad, Senna poseía un estilo de pilotaje agresivo y una técnica precisa, muy superior al resto. Ahí quedaron como testigo para el recuerdo, por ejemplo, sus récords imbatibles en Mónaco, el trazado más desafiante del calendario. En las calles del Principado, donde se sentía como en casa, logró seis victorias -cinco consecutivas-, cinco poles y ocho podios.
Pero si un aspecto le definía-al margen de su destreza contra el crono- por encima del resto de virtudes, era su gen competitivo.“Lo importante es ganar. Siempre. Eso de que lo importante es competir es pura demagogia”. También le describía esta otra famosa frase suya: “El segundo es el primero de los perdedores”.
El piloto que conversaba con Dios
Los atributos que exhibía al volante se combinaban con una personalidad arrolladora, un carácter fuerte y un carisma especial. Su figura se completaba con una aptitud mística, que le otorgaba un aura mágica y misteriosa.
Profundamente creyente -y practicante-, afirmaba conversar con Dios subido al monoplaza. Derivado de esefervor cristiano, solía llevar consigo en toda circunstancia un ejemplar de la Biblia, que leía asiduamente. Es más, resulta habitual verle rezar antes de cada carrera. Así lo hizo en la fatídica mañana de la fecha que hoy se conmemora, como recuerda su hermana Viviane.
Héroe nacional y generoso
Con su óbito prematuro a los 34 años de edad, una legión de fieles que le profesaba una gran veneración, quedó huérfana. Especialmente doloroso y traumático fue para sus millones de compatriotas. Perdían a un ídolo, un líder, un icono, que trascendía lo puramente deportivo.
Y es que, en una época en la que Brasil afrontaba una dura situación económica y social, Senna se mostró orgulloso de su país. Fruto de ello, comenzó a ondear la bandera ‘verde-amarelha’ en cada victoria. Gracias a ello, los brasileños habían encontradoun referente que les representaba a nivel internacional.
Pero el amor que sentían por éliba más allá de ese gesto nacional o de las hazañas de un héroe deportivo. Porque el paulista siempre se mostró muy sensible a las penurias de sus compatriotas. No en vano, solía prestar atención y ayuda desinteresada a los más desfavorecidos y vulnerables. En este sentido, los niños estaban siempre en el centro de sus obras de caridad anónimas. “No puedo vivir en una isla de prosperidad, cuando estoy rodeado de un mar de miseria”, explicaba al respecto.
Derivado de esa actitud generosa, resultaban usuales las peticiones de ayuda que llegaban a su domicilio en Sao Paulo, auxilio siempre correspondido. Curiosamente, un carácter implacable, egoísta y autoexigente dentro de la pista, se transformaba en bondad y generosidad fuera de ella. Dos caras de una personalidad tan fascinante como compleja.
Senna, muy presionado
El mito brasileño llegó a Ímola con una necesidad imperiosa de victoria. No puntuar en ninguna de las dos primeras citas de la temporada (Brasil y Pacífico), a pesar de firmar sendas poles, para el fichaje bomba de Williams, suponía una decepción y un fracaso.
El origen de esos pobres resultados hay que buscarlo principalmente en su Williams. El FW16 diseñado por Adrian Newey bajo la premisa de las ayudas electrónicas, vio cómo éstas se prohibían antes deiniciarse el curso. Esta medida provocó que el bólido se convirtiera en una bestia indomable de reacciones imprevistas.
A dicha dificultad se sumó la excesiva estrechez del habitáculo. El paulista se sentía incómodo en su interior. Derivado de ello, sus manos chocaban con la parte superior del cockpit en cada giro de volante. Simultáneamente, las piernas se topaban con la columna de la dirección. Para solucionarlo, el equipo decidió cortar y soldar la parte central de dicho elemento, sustituyéndola por una pieza más delgada. Esa chapuza, que desconocía Newey, pudo ser el origen de la tragedia. De hecho, la columna de la dirección se rompió en el accidente mortal de Senna. Al menos, eso dictaminó el informe de la fiscalía italiana en el proceso judicial abierto contra la escudería y su cúpula dirigente, absuelta por falta de pruebas.
Un gran premio y circuito malditos
El tricampeón brasileño era consciente de que Ímola estaba desfasado para las prestaciones que desarrollaban los bólidos de aquella época.Su trazado carecía de las medidas suficientes para garantizar la seguridad de los competidores. ¡Cuatro accidentes graves en los últimos años! así lo atestiguaban. Consciente del riesgo, Senna se mostraba muy preocupado. Y es que todavía recordaba el brutal impacto sufrido por su amigo Gerard Berger en la curva de Tamburello un lustro atrás, en 1989.
Rodeado de esa inquietud, arrancó la actividad en pista del fin de semana. Y pronto sus malos augurios se confirmaron con dos graves incidentes, uno mortal, sumiéndole en un estado angustioso.
Durante la primera sesión del viernes, su compatriota y protegido, Rubens Barrichello, estrelló violentamente su Jordan 194 contra las protecciones en la curva Bassa. ‘Rubinho’, de 21 años, se escapó de milagro de las garras de la muerte.
Un día más tarde, la tragedia se cobró su primera víctima. Roland Ratzenberger, a los mandos de un Simtek S941, perdía la vida en una fortísima colisión contra un muro en la curva Villeneuve. Senna, que observó la escena desde un monitor de televisión instalado en su box, se quedó petrificado. Su ánimo terminó de resquebrajarse.
Consciente del riesgo existente, trató infructuosamente de convencer a los responsables para que no se disputara la carrera. Tenía un mal presentimiento. Así se lo había reconocido por teléfono a su novia Adriane Galisteu. Hundido psicológicamente, se encerró en el motorhome de Williams el resto de la jornada. Allí permaneció aislado. Sin hablar con nadie.
El fatídico día
Como una nueva señal macabra del destino, en la salida de la carrera el Lotus 107C de Pedro Lamy embistió salvajemente al Benetton B194de JJ Lehto. Como consecuencia del siniestro, los fragmentos de monoplaza esparcidos por la pista propiciaron la intervención de un lentísimo e inapropiado coche de seguridad. Se trataba de un Opel Vectra de serie. Su baja velocidad durante las cinco vueltas que lideróel grupo de monoplazas, pudo provocar la caída de temperatura y presión en los neumáticos. Precisamente, esa era la situación que aterraba a Senna, y de la que había advertido a los responsables de la pruebaen las horas previas.
Tras abandonar el asfalto el safety car, en la séptima vuelta, cuando el reloj marcaba las 14:17 horas, el W16 del mito paulista trazó una línea recta en la maldita curva de Tamburello. De ese modo, puso rumbo a la eternidad en el Olimpo del Motor, instalándose para siempre en el corazón de sus millones de fans. Nacía una leyenda inmortal.