A pesar de que en mi primera época de piloto tenía cierta manía a los comisarios deportivos y directores de carrera, con el tiempo aprendí a valorar y, sobre todo, respetar al colectivo de los oficiales, porque solo nos acordamos de ellos en sus errores y jamás destacamos sus aciertos, o cuando menos el ingrato cumplimiento de su labor.
Me viene rondando mucho esta cuestión de un tiempo a esta parte, a cuenta de las críticas y, lo que es peor, la falta de respeto de muchos pilotos en la Fórmula 1 hacia el trabajo de dirección de carrera y sus comisarios. Lo peor del asunto es que, aunque bastantes de las quejas tienen razón, se pone demasiado el foco en un ataque personal y una supuesta incompetencia de la autoridad deportiva, y muy poco en la falta de medios y, sobre todo, de directrices claras que reciben.
Es increíble, por ejemplo, que en el deporte más tecnológico del mundo no exista un sistema de detección automática de salida del coche fuera de los límites de la pista. Es una situación donde el comisario deportivo de turno no tendría ni que hablar. Aparece una señal en el display del volante y, a la tercera o cuarta señal, drive through o sistema que rebaje las prestaciones del motor por un tiempo. Es cuestión de estudiarlo, pero la tecnología para evitar que al comisario le caigan “gorrazos”, y el piloto se autorregule en muchas de sus infracciones, existe.
Lo de las excursiones de los pilotos por las escapatorias de asfalto es un simple ejemplo de las muchas cosas que se pueden realizar para hacerles la vida un poco más fácil a los oficiales. Por otro lado, se habla poco de las presiones que reciben los comisarios cuando aplican el reglamento, porque además hay que partir de la base de que el comisario o director de carrera no redacta el reglamento, sino que simplemente lo aplica. Si no gusta la norma porque “mata el espectáculo” o cualquier topicazo de esos que escuchamos a menudo, oiga, pues cambien la norma, pero no la carguen con los oficiales.
Porque, por si fuera poca la injusticia de cargar la frustración contra el eslabón más débil de la cadena, a menudo se olvida que son las presiones “de arriba” las que dejan a los pies de los caballos a directores de carrera y comisarios pidiéndoles “flexibilidad” o benevolencia para tal o cual piloto o equipo. No nos engañemos, porque todos sabemos que a “los de arriba” no les viene bien políticamente librar ciertas batallas con según quién. Al final, volvemos a lo mismo: para que Jean Todt, Ben Sulayem o el presidente de la Federación local en cuestión vivan bien, se pone en el disparadero a los oficiales. Pues no, aunque vaya un poco a contracorriente, hoy estoy 100% con ellos.
Nº 1774 (Agosto, 2022)