Alejandro Rodríguez, un apasionado inquebrantable de la adrenalina, que encuentra en el mundo del motor una conexión fundamental con su espíritu indomable.
En la pintoresca localidad de Carmona, Sevilla, se encuentra una parcela que alberga mucho más que un hogar y pasatiempos. Es aquí donde Alejandro Rodríguez Garrido, un apasionado sevillano, teje su vida, una vida que ha sido moldeada por la adrenalina, la determinación y una inspiradora valentía. Dentro de este oasis de pasión automovilística, nuestra atención se centró en un reluciente Polaris 1000 cc turbo, el mismo vehículo con el que Alejandro y su equipo triunfaron en la desafiante Baja de Andalucía en la categoría de regularidad.
Este Polaris, modificado hasta el más mínimo detalle para la competición, es una auténtica bestia mecánica que desafía las leyes de la física. Es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en menos de 4 segundos, una hazaña que solo podría describirse como épica. Pero este vehículo, con su aura de leyenda, es solo el vehículo para una historia mucho más grande que las carreras y la velocidad.
En el caso de Alejandro, la pasión por las carreras y la velocidad se vuelve aún más trascendental al considerar que enfrenta una discapacidad del 65%. Un joven piloto cuya vida cambió drásticamente debido a un accidente mientras practicaba deportes de riesgo. Desde ese momento, la vida de Alejandro ha sido una constante lucha, pero una lucha adornada con una sonrisa que ilumina cada día. Despertar cada mañana con una chispa en los ojos y subirse al volante de su Polaris es un acto de valentía y pasión, cargado de combustible y poder. Una historia que emana inspiración y destila poesía en su forma más pura.
"Competir en pruebas nacionales y luchar por mis sueños es mi objetivo, como cualquier otra persona lo haría", dice Alejandro con una convicción que podría mover montañas. Su espíritu de lucha es incomparable. Pero, más allá de su tenacidad individual, Alejandro también encuentra respaldo en otros pilotos que comparten su misma condición de discapacidad, como Isidre Esteve y Albert Llovera. Juntos, rompen barreras y redefinen lo que es posible en el mundo del automovilismo.
El Polaris fue una elección consciente para Alejandro, así nos los reconocía en los trigales sevillanos respaldado en su Polaris: “En un mundo donde los Can-Am dominan las pistas de carreras, nosotros optamos por la estrella, el Polaris”. En cada giro y revuelo del Polaris, se encuentra la expresión tangible de la resiliencia de Alejandro.
Su ambición trasciende límites. Mientras los discapacitados tienen su propia categoría, Alejandro se prepara para entrar en la lucha general en el Campeonato de España, en la categoría estándar. Una audacia que desafía cualquier expectativa y deja a todos boquiabiertos.
El pasado de Alejandro está tejido con hilos de titanio, con un 70% de sus huesos reemplazados después de tres meses en coma y numerosas intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, a pesar de las adversidades que ha enfrentado, su pasión por las carreras sigue ardiendo. El rugido del motor, el viento en su rostro y la velocidad se combinan para mantener viva la chispa que le impulsa a seguir adelante.
La historia de Alejandro Rodríguez Garrido es una sinfonía de coraje, amor por la velocidad y la victoria sobre las limitaciones. Es una lección de vida contada sobre ruedas. Su presencia en el mundo del automovilismo ilustra que, cuando el corazón late con la pasión adecuada, no hay límites que puedan detener el rugido del triunfo.