Febrero me trajo mi primer rallye de 2023. Y no era una tarea habitual la que iba a realizar cuando a primeros de mes me dirigí a Cataluña; suponía debutar en el Rallye de Lloret de Mar junto al jovencísimo piloto Gil Membrado, quien a la sazón realizaba su debut en rallyes en España, y también, más importante, efectuaba su debut en rallyes de asfalto tras dos campañas corriendo en tierra y nieve en los países bálticos, donde se permite correr en rallyes a los menores de 18 años cumpliendo una serie de condiciones. Este 2023 también es posible en España que los menores de 16 años (Gil tiene 15) puedan correr en nuestro territorio nacional cumpliendo una serie de parámetros, los mismos que ya teníamos para los pilotos mayores de 16 años pero menores de 18. Creo que es una excelente política que ojalá perdure en el tiempo, puesto que abrirá las posibilidades de que los grandes talentos del país puedan llegar lo antes posible a realizar campañas internacionales y, por qué no, llegar en condiciones, con mucha juventud y absolutamente preparados, al Mundial de Rallyes en el momento en el que cumplan los 18 años.
Para mí, la semana comenzó con los reconocimientos que hicimos durante el miércoles por la mañana y hasta mediodía, puesto que a partir de media tarde teníamos la prueba del coche en un tramo de asfalto. Se aprovechó para grabar un reportaje para TVE de la mano de Marc Martín. Una vez terminado el test, llegaba mi particular prueba de fuego, que consistía en conducir un rato el coche, en condiciones de tráfico normal, volviendo tranquilamente hasta el taller de PCR Sport, nuestro equipo.
El jueves seguimos entrenando con normalidad. Una de las cosas que ocurrió en los días previos al rallye fue la manta de nieve que cayó en las zonas más altas de la carrera, es decir, Sant Hilari y Collsaplana, aunque realmente también había caído en Cladells. El rallye en sí, organizado por V-Line, cuyo motor y alma mater es mi amigo Guillem Pérez Chertó, es uno de los rallyes más auténticos que tenemos en el país. Los seis distintos tramos que corríamos estaban básicamente en las mismas condiciones en las que yo me los encontré por primera vez en abril de 1988, es decir, hace 35 años, cuando junto a Pedro Diego disputamos el Rallye Playa de Aro, que puntuaba por aquel entonces para el Campeonato de España. Además, el realizar la prueba con el parque cerrado y los parques de asistencia y reagrupamiento en el centro de Lloret nos hacía retroceder a aquellos bonitos tiempos en los que el Rallye de España-Catalunya tenía como centro neurálgico esta bonita localidad de la Costa Brava. Otra cosa que cautiva del rallye es la importante presencia de los tramos nocturnos, prácticamente la mitad de la prueba, algo que cada día es más difícil de ver.
En lo estrictamente deportivo, decir que Gil hizo un rallye muy bueno, administrando muy bien la velocidad y teniendo siempre claro que teníamos que terminar sin ningún daño en el coche. Era importante realizar todos los kilómetros cronometrados. Personalmente, en mi caso tuve que lidiar con una situación completamente nueva para mí: conducir por los enlaces. A veces era bastante complicado, pues sobre todo el viernes había mucho tráfico, y además era de noche. En realidad, coches de rallyes durante el rallye sí que he conducido varias veces. Pero no es lo mismo hacerlo en un enlace largo para que el piloto descanse que ser el responsable de poner las ruedas y los frenos en temperatura. Gil solo puede conducir en los puntos en los que la carretera esté completamente cerrada al tráfico. En cualquier caso, y pese a esas dificultades, para mí ha sido muy importante el haber sido partícipe de algo tan novedoso, y que seguro que tendrá continuación.
Nº 1781 (Marzo, 2023)