Prueba Racing
- Detalles Rafael Cid
Pedal derecho a fondo, y el cuerpo se pega al asiento como si pilotases un monstruo enfurecido de 600 caballos de potencia mientras el rugido del motor inunda la cabina. Accionas la caja de cambios con cortos toques en las levas del volante, que te sacude con cada cambio mientras avanzas de forma fulgurante. Frenas en el espacio que necesita un monoplaza para negociar los giros, que atraviesas sin inercias ni balanceos, y recuperas la recta de nuevo exprimiendo el motor, los ojos ya en el siguiente giro. Pero este coche tiene 350 CV, frenos de coche de calle, y un motor Ford propio de una pick up. ¿Cómo es posible que este Ligier JS2 R se comporte así y transmita estas sensaciones?