Junto a mi amigo Pedro Javier Diego Goitia, mi perspectiva personal cambió a intentar hacer las cosas lo suficientemente bien como para ganarme la vida siendo copiloto de rallyes
Mucha gente me ha preguntado por qué esa necesidad de viajar hasta Alemania para conmemorar los 10 años exactos de mi primera victoria en el Mundial de Rallyes. Las explicaciones pueden ser muy variadas, aunque en mi caso parten del corazón y de esa afición tan grande que siempre tuve por los vehículos a motor y, luego con el tiempo, por los rallyes en particular. Tras mi fiebre infantil y de inicio de la adolescencia por el mundo de las motos, el motocross en concreto, hubo, ya lo conté hace mucho, un tránsito a los rallyes, con fecha de inicio en el Rallye Peñucas de 1982, el que con el tiempo se convertiría en el Rallye Caja Cantabria, que en tantas ocasiones y con tantos éxitos disputé.
Cuando a mediados de los 80 nos íbamos con mi madre en su Seat 850 D Especial a cualquier punto de Cantabria a ver el Rallye de San Vicente o el de Torrelavega, o incluso varias veces el de Llanes, yo ya tenía claro el intentar ser copiloto de rallyes. Y no para llegar a correr el Campeonato del Mundo, simplemente intentar hacer carreras en Cantabria y con el tiempo poder tener nivel para correr mi querido Rallye de Llanes, el mencionado Peñucas y, a ser posible, el Príncipe y el San Agustín. Cuando, tras mi debut junto a Paco González en 1987 en el Rallye José Vidal de la Peña, se dio la oportunidad de comenzar en 1988 el Campeonato de España junto a mi amigo Pedro Javier Diego Goitia, mi perspectiva personal cambió a intentar hacer las cosas lo suficientemente bien como para ganarme la vida siendo copiloto de rallyes en el Nacional, a ser posible logrando triunfos en las carreras. Ahí sí que lo comencé a visionar, uniendo a ello el hecho de que en España en aquellos felices 80 era bastante factible y habitual ser copiloto de una marca oficial de rallyes, ganándose bastante bien la vida y sin necesidad de otro trabajo.
Por eso, y ahora hago un salto de muchos años, me hizo tanta ilusión cuando también en Alemania conseguí mi primer pódium absoluto en el Mundial de Rallyes, ése que se nos escapó por muy poquito a Xevi Pons y a mí en el Rallye de Catalunya de 2005. Ese primer cajón en agosto de 2011 supuso un punto dulce en mi carrera deportiva, y comenzar a justificar el camino que hasta entonces había recorrido, tanto a nivel profesional como también a nivel personal, sacrificios y ausencias incluidos. Aquel agosto de 2011, los compañeros en el pódium fueron nada más y nada menos que Sébastien Loeb, Daniel Elena, Sébastien Ogier y Julien Ingrassia. Dani Sordo estaba más que acostumbrado a subir al cajón, pero para mí, entonces con 43 años, supuso una inmensa alegría. Fui regado por mis cinco compañeros de podio con abundante champán, como manda la tradición.
A ese podio con el Mini le sucedieron varios más tanto en 2011 y 2012 con el coche de Prodrive como en 2013 con Citroën, con hitos especiales para mí como mi primer podio en tierra en el Rallye Acrópolis de Grecia, en un trabajado segundo puesto tras Jari-Matti Latvala. Pero faltaba la victoria. Y llegó casi al final del mes de agosto de 2013, otra vez con la Porta Nigra como testigo, tras darlo todo en los tres tipos de tramos que hacen del Rallye de Alemania uno de los más complicados del mundo: zona de pueblos y carreteras llanas, zona de campo militar y zona de viñas. Precisamente, y como mandaba la tradición, el último día, ese 25 de agosto de 2013, nos llevamos la victoria en el tramo de Dhrontal, en la ribera sur del río Mosela.
Con todos estos ingredientes, ya hace meses se me ocurrió la idea de desplazarme a la Porta Nigra y también al tramo de Dhrontal justo el día que se cumplirían los 10 años exactos. Una década entera es una cifra muy redonda, en la que ya se puede hacer un resumen de lo bueno o malo que te ha traído la vida, la gente nueva, la que falta, el cambio físico inevitable con el paso de 10 años... Es una cifra muy redonda por tanto para recapitular y echar la vista atrás.
Un directo en Instagram desde la Porta Nigra
La primera idea, quizá un poco alocada, fue llegar hasta allí obviamente con un auto de la marca Citroën, pero lo de “idea alocada” lo digo porque mi intención era hacer el viaje, en torno a 3.000 kilómetros entre ida y vuelta, conduciendo un Citroën Ami eléctrico, ese maravilloso coche sin carné que tienen los de la marca del doble chevrón y que yo he tenido la oportunidad de disfrutar varias veces este mismo año. Evidentemente, la limitación era clara: su autonomía, de unos 80 km, más el hecho de no poder entrar en las autovías, hacían que el viaje se fuese a muchos más días que tan sólo una semana. Pero sinceramente me hubiese encantado, y de hecho quiero hacer algo con el Ami.
Esta aventura sólo podía realizarse en un Citroën, y desde el primer minuto compartí este deseo de viajar con Citroën Auto Gomas y Auto-Laca Canarias, tan presentes siempre ambas empresas a lo largo de mi carrera profesional. Por descontado, desde que le hablé de este proyecto a Juanma Fernández Pellón, director de AUTOhebdo SPORT, el apoyo de la revista, tan presente también en mi vida deportiva y personal, fue total. No fue para nada difícil convencer de la idea a ambas firmas y que participasen en el proyecto; con su apoyo económico y logístico sufragamos los gastos. Una amiga de la zona donde vivo, llamada Mari Paz, pidió vacaciones para poder acompañarme en esta aventura, que yendo solo seguro que hubiese sido bastante más complicada.
En lugar de trazar una especie de línea recta desde Cantabria, elegimos un recorrido un pelín más artístico, al menos para el viaje de ida, con paradas previstas en Carcassonne y Lyon antes de llegar a Trier (Tréveris). En Carcassonne, evidentemente la visita era a la ciudad medieval. Yo la conocía de unas vacaciones hace 5 años junto a mi madre, pero, aparte de que Mari Paz no había estado nunca, quería que fuese sí o sí la primera parada de mi viaje. En Lyon, visita obligada a Notre Dame de Fourvière, la impresionante basílica que domina la ciudad. El vehículo elegido fue finalmente un Citroën C5 híbrido enchufable, que se portó como un reloj. El viaje estaba previsto, como fui comentando en redes sociales, para pasar por el último tramo, Dhrontal, tanto su inicio como su parte intermedia y su final; final que es donde conseguimos la victoria. La idea era realizar posteriormente un directo de Instagram desde la Porta Nigra. Y todo previsto para el 25 de agosto, día exacto del 10º aniversario; en aquel 2013 caía en domingo, como cualquier final de un rallye del Mundial, y en este 2023 caía en viernes.
A mi amiga Mari Paz, nada aficionada a los rallyes, le contaba detalles técnicos de aquella última especial, justo al otro lado del Mosela desde el bonito pueblo de Trittenheim, lugar donde también he hecho muchos tests, y partes de tramos. A mí en Alemania me han ocurrido muchas cosas buenas, y también malas; entre las malas, ser el responsable de aquella salida de pista con Xevi Pons en 2006, o un accidente en 2007 en un test privado con Citroën donde dimos varias vueltas de campana con el C4, también en la zona de viñas, no muy lejos, Mosela abajo, de donde estábamos este año conmemorando la efeméride. Toda esta zona de Alemania siempre ha formado un paisaje de tarjeta postal, como bien saben todos los aficionados que han tenido la oportunidad de visitar esta zona a lo largo de los años.
El directo de Instagram fue muy bonito, y siempre le agradeceré a Dani Sordo el haber querido entrar en directo más de la mitad de lo que duró. Para él, por supuesto, también se cumplía la misma fecha, y fue bonito compartir ese tiempo con todo el que se quiso conectar a vernos en directo. Volver a casa fue también una cuestión de dos días, con paradas en el precioso centro de Luxemburgo, Metz (con su impresionante catedral) y Troyes. Más que un viaje inolvidable, que por supuesto lo será siempre, sobre todo fue un viaje irrepetible. Jamás volverá a hacer 10 años de mi primera victoria en el Mundial de Rallyes. Jamás volverá a ser 25 de agosto de 2023. Gracias sinceras a todos los que me ayudaron y siguieron en esta aventura.
Nº 1788 (Octubre, 2023)